Algo que Decir

viernes, enero 12, 2007

Una palabra no es lo que representa, Alfred Korzybski


Las premisas del sistema no-aristotélico pueden ser formuladas mediante la sencilla analogía de la relación entre un mapa y el territorio:
Un mapa no es el territorio.
Un mapa no representa todo el territorio.
Un mapa es auto-reflexivo en el sentido de que un mapa 'ideal' debería incluir un mapa del mapa, etc., indefinidamente.
Aplicado a la vida corriente y al lenguaje, esto se convierte en:
Una palabra no es lo que representa.
Una palabra no representa todos los 'hechos', etc.
El lenguaje es auto-reflexivo en el sentido de que podemos emplearlo para hablar sobre el propio lenguaje.

Sin embargo, nuestras reacciones habituales, hoy en día, aún están fundamentadas en postulados inconsciente, pre-científicos y primitivos que, puestos en práctica, violan, la mayoría de las veces, las dos pirmeras premisas e ignoran la tercera. Las matemáticas y la semántica general son las únicas excepciones.

sábado, enero 06, 2007

El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios.

Este hombre estaba tan abstraído que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito.

-¡Buenos días! -le dijo éste-. Su cigarro se ha apagado.

-Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
-¿Quinientos millones de qué?

-¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...

-¿Quinientos millones de qué? -volvió a preguntar el principito, que nunca en su vida había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.

El hombre de negocios levantó la cabeza:
-Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. Soy un hombre serio. Y la tercera vez... ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones...

-¿Millones de qué?

El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.

-Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.
-¿Moscas?
-¡No, cositas que brillan!

-¿Abejas?
-No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!

-¡Ah! ¿Estrellas?
-Eso es. Estrellas.

-¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
-Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio y exacto.

-¿Y qué haces con esas estrellas?
-¿Que qué hago con ellas?

-Sí.
-Nada. Las poseo.

-¿Que las estrellas son tuyas?
-Sí.

-Yo he visto un rey que...
-Los reyes no poseen nada... Reinan. Es muy diferente.

-¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
-Me sirve para ser rico.

-¿Y de qué te sirve ser rico?
-Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.

"Este, se dijo a sí mismo el principito, razona poco más o menos como mi borracho".

No obstante le siguió preguntando :

-¿Y cómo es posible poseer estrellas?
-¿De quién son las estrellas? -contestó punzante el hombre de negocios.
-No sé. . . De nadie.

-Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.
-¿Y eso basta?
-Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.

-Eso es verdad -dijo el principito- ¿y qué haces con ellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez -contestó el hombre de negocios-. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!

El principito no quedó del todo satisfecho.
-Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!
-Pero puedo colocarlas en un banco.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.

-¿Y eso es todo?
-¡Es suficiente!

"Es divertido", pensó el principito. "Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio".
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.

-Yo -dijo aún- tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea. Pero tú, tú no eres nada útil para las estrellas...
El hombre de negocios abrió la boca, pero no encontró respuesta.
El principito abandonó aquel planeta.

"Las personas mayores, decididamente, son extraordinarias", se decía a sí mismo con sencillez durante el viaje.

El Principito de Antoine Saint Exupéry

Madurez



¿Que significa madurez o ser maduro?.



Personalmente lo desconozco, pero me gusto una parte de una definición que encontre por ahi:

  • Como todos sabemos llegar a ser una adulto no depende sólo del paso del tiempo. No es una cuestión de edad, puesto que todos conocemos personas con edad adulta pero que siguen siendo niños en la mayoría de sus comportamientos, y en el caso contrario también conocemos niños que han madurado prematuramente, por las circunstancias que les han tocado vivir, y que siguen comportamientos de adulto.

    Existen una serie de características que distinguen a un adulto de un niño.

    Fundamentalmente se trata de una cuestión de responsabilidad.

    El adulto es plenamente responsable de todos sus actos, de sus decisiones tanto erróneas como acertadas.


Lo anterior creo que puede ser cercano a lo que como una generalización seria madurez, pero a mi modo de ver las cosas el mantener algunas cosas de niño (se las dejo a Ustedes que cosas) puede ser beneficioso en muchos aspectos, tal vez en otros sea un poco menos. Mi imaginación me lleva a muchos lados y de una u otra forma a ser cada vez más creativo....

A jugar, que rico es jugar.

y eso.

Un pecíolo es lo que sostine hojas.

Una hoja es lo que tiene una yema en su axila.

Un pecíolo es lo que fue una vez una yema en esa posición.

Gregory Bateson

Espíitu y Naturaleza



martes, enero 02, 2007

Haiku


Oh mariposa.
¿Qué sueñas,
cuando agitas tus alas?
--Chiyo ni